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Pedro Grant Chacón: Una vida consagrada a los trabajadores

GrantPedro Grant Chacón, el principal líder obrero puertorriqueño de la segunda mitad del siglo XX, falleció en la tarde del sábado 3 de marzo, a los 91 años de edad, tras complicaciones renales.



Su cuerpo será expuesto el martes 6 de marzo en la Funeraria Ehret dese la 8:00 AM y el miércoles 7 de marzo en la sede de la Unión General de Trabajadores, calle Niza Núm. 611, esquina Verona, Villa Capri, Río Piedras. Sus restos serán cremados y esparcidos en las tierras de Canóvanas, según su deseo.

Pedro fue el principal responsable de promover la unión de la lucha de un sindicalismo nacional militante con la lucha por la independencia nacional de Puerto Rico.

Fundó y ocupó importantes posiciones de dirección en diversos sindicatos y agrupaciones unitarias del sindicalismo, siendo el principal el Movimiento Obrero Unido (MOU), del que fue su principal dirigente.

Pedro también fue dirigente del Movimiento Pro Independencia y fundador del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), del que en las elecciones de 1976 fue su candidato a senador por acumulación, en la papeleta donde Juan Mari Brás era candidato a la gobernación.

Le sobreviven su compañera Juana, sus tres hijos Nereida, Arturo y Lydia, nietos y biznietos y el pueblo trabajador.

A continuación reproducimos casi en su totalidad la última entrevista hecha a Pedro Grant en Claridad, en diciembre de 2009.



Pedro Grant Chacón: Una vida consagrada a los trabajadores

Por Perla Franco/CLARIDAD*

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A sus casi 90 años Pedro mantiene su palpitar atado a los más genuinos intereses de la clase trabajadora y siempre preocupado porque el movimiento obrero, al menos coyunturalmente, logre hablar con una sola voz en medio de las acciones patronales, de empresarios y gobierno quienes se lanzan como ametralladora contra los sindicatos.

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Pedro nació en Aguadilla el 3 de abril de 1920. A sus cuatro años de edad partió con sus padres, Arturo Grant y Julita Chacón hacia República Dominicana “porque aún cuando mi papá tenía un bachillerato en Educación de la Universidad de Pensilvania, como era negro no conseguía un trabajo decoroso en Puerto Rico”, recordó Pedro. La estadía en esa isla vecina le permitió a su padre crear instituciones educativas como el Instituto Politécnico de Santo Domingo y la Academia Antillana de San Pedro de Macorís. Dos años después Pedro y sus dos hermanos Rafael y José Antonio fueron enviados a Puerto Rico a casa de su tío. Su hermana María, nacida en la República Dominicana, y su madre, se quedaron allá con su padre cuatro años más.

Llegados los años de Rafael Leonidas Trujillo, sus padres y su hermana regresaron a Puerto Rico y la familia volvió a unirse. Fueron a residir al pueblo de Florida donde su padre se desempeñó como principal de escuela. Luego de cuatro años se mudaron a San Juan donde su padre se convirtió en empleado público del Departamento de Agricultura. Pedro se graduó de octavo grado de la escuela Baldorioty de Castro, -donde ahora radica la Universidad Carlos Albizu-, en el Viejo San Juan donde fueron a vivir y de ahí pasó a la Escuela Superior Central de Santurce de la que se graduó en 1940 como estudiante nocturno. En 1943 su padre murió.

En 1944 Pedro se desempeñaba como operador de mimeógrafo de la Autoridad de Fuentes Fluviales, ahora, Autoridad de Energía Eléctrica. En 1945 el ejército lo reclutó obligatoriamente y un año después lo licenció. No quiso aceptar el ofrecimiento de estudios que le hizo el ejército. “Desde siempre fui simpatizante de la independencia para Puerto Rico. Me consideraba nacionalista”, dice justificando su decisión.

Así las cosas y ya fuera del ejército logró conseguir su primer trabajo como dependiente de la Bull Insular Line, empresa de barcos más importante de la época presidida por Miguel Such y que controlaba la mayoría de la carga de Estados Unidos a Puerto Rico.

“Ahí todos los trabajadores tenían que estar unionados pero yo me negué porque yo decía que no era sindicalista. No fue hasta que el delegado de la Unión de Dependientes de Muelles (UDEM), Rafael Berríos, se me acercó y me dio una orientación, que me convenció de la necesidad de la unión”, recordó.

Pedro se percataba de la explotación a los estibadores de muelles. “Los trabajadores cobraban con una chapa y el capataz hacía con ellos lo que le daba la gana. Trabajaban en condiciones infrahumanas…”, comenta. “Fue entonces que me despertaron sentimientos sindicalistas”, admitió.

A los pocos meses lo eligieron delegado de la UDEM en el Muelle 8, el de más movimiento de carga de la época. Y posteriormente la Unión de Trabajadores de Muelles (UTM) “me contrató para hacer una limpieza” en sus capítulos de Ponce, Mayagüez, Guánica y Fajardo “en la que había corrupción”, según recordó que le dijeron. El nombramiento fue de síndico.

En agosto de 1954 se trasladó a Ponce. “Producto del trabajo asignado desplazamos al liderato de la International Longshoremen's Association (ILA) en esos pueblos”. La ILA controlaba los barcos que llegaban a esos puertos. Eran tiempos de guerra sindical y la UTM y la ILA emprendieron también la suya. “El patrono, para salirse de ese conflicto, dijo que reconocería a la unión que lograra representar a los que trabajaban de sus barcos”.

Bajo la sindicatura de Pedro, UTM desplazó a la ILA de esos muelles. “Y en mayo de 1955 entregué a la UTM el liderato de esos cuatro puertos. La unión me propuso la presidencia de esas locales, pero yo le dije que el Presidente tenía que salir de los propios trabajadores”. Fue electa entonces una directiva en la que resultó presidente un tocayo suyo de apellido Rosa y Pedro volvió a su puesto de dependiente de muelle “luego que la UDEM, que era amiga de la UTM, me prestara para ese trabajo”.

De 1956 a 1960 Pedro permaneció en su trabajo de dependiente pero vinculándose cada vez más con actividades sindicales fuera de allí. Recuerda que varios dirigentes sindicales le solicitaban que trabajara con ellos, lo que lo llevó a un “conflicto personal: o era dependiente de muelles, o me iba fuera”. Y decidió por lo segundo.

Conoció entonces al líder sindical Moisés Lebrón, quien desde entonces se convirtió en su compañero inseparable. Lebrón era dirigente de la Unión de Mosaicos de Puerto Rico (UMPR) y le solicitó que le ayudara en esa tarea. Pedro ya contaba con 40 años. “Pero Moisés y yo tuvimos que abandonar la UMPR, ya que los mosaiqueros estaban desapareciendo debido a que estaban entrando mosaicos italianos que acabaron con los locales”. Así, Pedro y Moisés se unieron entonces a Juan Emmanuelli, propietario de una imprenta, que además era organizador del Sindicato Obrero Insular (SOI). Bajo ese sindicato organizaron en fábricas de ropa y de alimento. Pero luego se distanciaron acusando a Emmanuelli de “querer controlarlo todo, los dineros, los delegados, todo…”.

Entonces, continúa Pedro, “llegó a Puerto Rico un mexicano de nombre Noble Gómez, de la International Brotherhood of Boilermakers (IBB) que venía a organizar trabajadores de la construcción y reclutó a Moisés como organizador con un sueldo de $75 semanales”. Pero Moisés no se olvidó de Pedro y le pidió nuevamente que le ayudara en la tarea, “pero sin sueldo. Pero como la Unión le dio a Moisés un aumento de $50, Moisés me dijo que me iba a dar los $75 que le pagaban a él. Se organizó entonces la directiva de esa unión y colocaron a Moisés como Presidente y a mí como Secretario Tesorero”.

A partir de ese momento, Pedro comenzó a recibir un sueldo de $100 semanales y Moisés de $50 más los $75 de la IBB. Eran los años de 1965. Con ellos a la cabeza, esa unión creció y adquirió fuerza y para los años 70 se empeñaron en cambiarle el nombre a Central General de Trabajadores (CGT) ofreciéndole al reconocido dirigente obrero Francisco Colón Gordiany, quien presidía esa unión, que se quedara como presidente pero aceptándolos a ellos. Colón Gordiany se negó. Acudieron entonces a Adolfo Martin, presidente de la Unión General de Trabajadores (UGT) con una propuesta similar, pero éste tampoco aceptó. Entonces, continuó relatando Pedro, “Moisés y yo decidimos de todas maneras utilizar el nombre de Unión General de Trabajadores pero afiliada a la IBB. Los dirigentes de la IBB nos dijeron que sabían que teníamos intenciones de desafiliarnos de la IBB. Y eso era verdad pero no todavía”, admitió.

Ya Pedro se había vinculado al movimiento independentista haciéndose miembro del Movimiento Pro Independencia (MPI). Y la desafiliación efectivamente ocurrió. Fue en la década de los años 70. Y así se constituyó esa UGT desafiliada que pasó a ser una unión independiente que organizaría trabajadores de la construcción, de fábricas y del gobierno. “La unión creció como espuma”, puntualizó Pedro. En ella permaneció por 17 años, -desde 1964 hasta 1981-, siempre como secretario tesorero, aunque en la práctica fungía como presidente con el consentimiento de su amigo Moisés.

En mayo de 1982 Pedro presentó su renuncia a la UGT. Alegó razones de salud. Sin embargo, otros asuntos que nada tuvieron que ver con el rechazo a su gestión, decidieron su partida.

Durante esos últimos años Pedro lideró a su vez el Movimiento Obrero Unido, una instancia unitaria sindical que logró por varios años reagrupar en su interior todos los sectores sindicales del país.

Desde entonces Pedro ha servido de asesor del movimiento obrero. Nunca ha negado su solidaridad a un sindicato y mucho menos a los trabajadores. Cuando una unión decide ir a la huelga, esté o no de acuerdo con las razones, es de los primeros que dice que las huelgas hay que apoyarlas.

Aún cuando conoce las diferencias actuales del movimiento obrero, opina que éstas se resolverán cuando Puerto Rico logre la independencia. Sin embargo, alberga la esperanza de que ante la avasalladora ofensiva gubernamental los sindicatos logren unir sus voces dejando de lado sus divisiones. Esa sería su mayor satisfacción.

* Extractos de entrevista publicada en Claridad, Edición 2964, 10 al 16 de diciembre de 2009.


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