Jueves, Abril 18, 2024

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Las protestas contra las medidas neoliberales del gobierno de Holland en Francia

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John Maynard Keynes, en su libro The General Theory of Employment, Interest and Money escrito en 1936, desarrolla la tesis de que al estabilizar las fluctuaciones del sistema y reducir el desempleo sin necesidad de cambiar la estructura de las relaciones entre los negocios, los trabajadores y el gobierno, el capitalismo podría salvarse.

 

Esta teoría dio base y fundamento teórico a las políticas adoptadas por Estados Unidos durante la Administración Roosevelt, conocidas como el ¨Nuevo Trato¨ (New Deal), que supuso la intervención del Estado en los procesos económicos y como tal, promotor del mejoramiento en las condiciones materiales de vida de las clases trabajadoras, la regulación mediante legislación protectora del trabajo del proceso productivo y la formulaciones de limitaciones y controles al capital.

En el caso de Puerto Rico, Vicente Géigel Polanco, quien fue un luchador independentista, político e intelectual puertorriqueño, en su libro titulado Legislación Social en Puerto Rico, indica que respondiendo a un objetivo específico de mejoramiento colectivo, esta visión propone ¨un orden social de más justicieros alcances; normas de más alta calidad de vida y de trabajo, seguridad económica, aprovechamiento de la industria y de los recursos naturales para llenar las necesidades humanas, equitativa distribución de los beneficios de la riqueza, democrático disfrute de todos los bienes de la civilización, igualdad de oportunidades, goce de las libertades esenciales.¨

Años más tarde, Milton Friedman en su libro Capitalism and Freedom, publicado en 1962, establecería la agenda para el movimiento neo conservador o neo liberal. Sus premisas fueron las siguientes: a) los gobiernos deben abolir toda reglamentación que se interponga en el camino de la acumulación de ganancias; b) el Estado debe vender todos sus activos corporativos de manera que las empresas funcionen con fines de lucro; c) el Gobierno debe cortar dramáticamente su inversión en programas sociales; d) los porcientos de los impuestos para los ricos y los pobres deben ser iguales; e) las corporaciones son libres de vender sus productos donde deseen, sin que los gobiernos puedan imponerles medidas arancelarias en protección de su producción nacional; f) los precios, incluyendo los de la fuerza de trabajo, deben ser determinados por el mercado sin que ni siquiera exista como tal un salario mínimo.

De acuerdo con Héctor J. Figueroa en su ensayo El Modelo Neoliberal y su Impacto en las Relaciones Industriales en Estados Unidos, indica que  el neoliberalismo constituye “el conjunto de políticas económicas cuya principal premisa es que la intervención del Estado en la economía capitalista debe limitarse a facilitar la acumulación privada, mantener la estabilidad económica (por ejemplo, contener la inflación) y promover la libre competencia¨. En la práctica, indica, ¨el modelo neoliberal se sirve de la intervención estatal para obtener resultados económicos que no son posibles de alcanzar mediante el ‘mercado libre’ (por ejemplo, el control de la actividad sindical o la atracción de la inversión privada).”

Figueroa indica, además, que las medidas neoliberales comienzan a ser introducidas en Estados Unidos a finales de la década de 1970 “cuando la crisis económica adquirió la forma de altos niveles de desocupación, inflación y un marcado deterioro internacional de la economía norteamericana.”

El intelectual cubano Roberto Regalado, en su libro América Latina entre siglos: dominación, crisis, lucha social y alternativas políticas de la izquierda, indica que el neoliberalismo “es concebido durante la Segunda Guerra Mundial por el filósofo y economista austriaco-británico Friedrich Hayek, como una doctrina legitimadora de la desigualdad social extrema que se suponía iba azotar a Europa en la posguerra. Su obra fundacional Camino de Servidumbre, se publica en 1944. Sin embargo, el neoliberalismo no llega a aplicarse en el escenario y momento previstos por Hayek. Por el contrario, en virtud del estímulo económico derivado de la necesidad de reponer las fuerzas productivas destruidas por la guerra y el estímulo político generado por la Guerra Fría, el imperialismo opta por implantar en Europa Occidental el llamado Estado de Bienestar, cuya imagen democrática y redistributiva resulta la apropiada para apuntalar la doctrina de ‘contención del comunismo’. No obstante, el neoliberalismo sigue siendo cultivado por pequeños núcleos de economistas, filósofos y políticos de ultra derecha, cobijados en universidades, centros de estudios e instituciones como la Mount Pelerin Society, de los cuales la más renombrada llegaría a ser la llamada Escuela de Chicago, encabezada por Milton Friedman.”

Regalado define neoliberalismo como una “doctrina encargada de conducir el proceso de concentración de la riqueza y legitimar el aumento sin precedentes de la desigualdad, la polarización y la exclusión social”, de lo que deduce que la lucha contra el neoliberalismo sólo es posible si se asume como parte de la lucha anticapitalista.

Durante las pasadas décadas hemos sido testigos de la contraofensiva del capital en su agenda por imponer modelos neoliberales en los países industrializados. En su afán por hacer retroceder la rueda de la historia, la clase capitalista pretende devolver hoy a la humanidad a aquella época del siglo XIX del llamado ¨capitalismo salvaje¨. En virtud de ella, todo en la vida social y productiva de los pueblos la determinaba las leyes de la oferta y la demanda.  Se trata de la ¨antinomia¨ descrita por Carlos Marx en el Tomo I, Capítulo VIII de El Capital al describir la Jornada de Trabajo, cuando decía:

“...Pugnando por alargar todo lo posible la jornada de trabajo, llegando incluso, si puede a convertir una jornada de trabajo en dos, el capitalista afirma sus derechos de comprador. De otra parte, el carácter específico de la mercancía vendida entraña un límite opuesto a su consumo por el comprador, y, al  luchar por reducir a una determinada magnitud normal la jornada de trabajo, el obrero reivindica sus derechos de vendedor. Nos encontramos, pues, ante una antinomia, ante dos derechos encontrados, sancionados y acuñados ambos por la ley que rige la mercancía. Entre derechos iguales y contrarios decide la fuerza. Por eso, en la historia de la producción capitalista, la desreglamentación de la jornada de trabajo se nos revela como una lucha que se libra en torno a los límites de la jornada; lucha  ventilada entre el capitalista universal, o sea, la clase capitalista de un lado, y de otro el obrero industrial, o sea, la clase obrera.” (Énfasis en el original)

Uno de los más recientes ejemplos de esta lucha la vemos hoy en las calles de las ciudades principales de Francia a raíz de la implantación por parte de su gobierno de una llamada ¨reforma laboral¨. En su origen las propuestas del gobierno de François Hollande impulsaban la reducción de las indemnizaciones por despidos injustificados y la eliminación de la semana laboral de 35  horas. En el caso de los despidos, la nueva norma permitiría justificar despidos colectivos aduciendo reducciones en las operaciones del patrono, la introducción de cambios tecnológicos y reorganizaciones de las empresas, lo que equivale a causales de despidos justificados bajo la actual Ley Núm. 80-1976 en Puerto Rico. Lo mismo ocurre con relación a las propuestas del gobierno de reducción de las compensaciones por despido injustificado, como es el caso de las propuestas hechas en Puerto Rico por el sector privado y el Informe Krueger, promovido por el actual gobierno; y la propuesta de permitir la renuncia  a la paga extraordinaria por tiempo extraordinario trabajado por un obrero.

No deja de ser interesante que el discurso oficial bajo el cual se impulsan estos llamados cambios en la legislación vigente en Francia son los mismos argumentos que desde la década de 1980 hemos estado escuchando en Puerto Rico de parte del Estado y de organizaciones patronales principales: la necesidad de flexibilizar el contrato de trabajo a los fines de hacer más competitivas a las empresas.

La respuesta de las distintas centrales obreras no se ha hecho esperar. Manifestando su total rechazo a la llamada reforma laboral promovida por el gobierno de turno, decenas de miles de trabajadores en toda Francia han optado por la defensa de sus intereses dando la lucha en las calles. El instrumento de lucha principal ha sido el ejercicio del derecho a la huelga.

Francia es un país europeo con una superficie total de 675,417 kilómetros cuadrados, ocupando el puesto número 42 a escala mundial. Cuenta con una población total que excede los 66 millones de habitantes, de los cuales poco más de 2 millones residen en sus departamentos y territorios de ultramar. Por su población, Francia ocupa el número 19 en el mundo. Como país industrializado, se cataloga como la sexta economía a escala mundial ocupando el puesto número 15 en competividad.

En Francia rige una Constitución aprobada el 28 de septiembre de 1958, considerada como la Constitución de la Quinta República. Cuenta con un poder legislativo integrado por 577 diputados en la Cámara Baja (Asamblea Nacional), elegidos por cinco años;  y una Cámara Alta (Senado), compuesto por 321 integrantes, elegidos por nueve años. El presidente de Francia tiene la facultad delegada de designar al Primer Ministro, quien preside el Gabinete, comanda las Fuerzas Armadas y concluye tratados. El Gabinete o Consejo de Ministros lo designa el Presidente a base de las recomendaciones hecha por el Primer Ministro.

La posición asumida por el gobierno de Hollande del Partido Socialista, al igual que su homólogo en España, el Partido Socialista Obrero Español, ha mantenido una política económica neoliberal que en muy poco le distingue, desde el punto de vista de su programa económico, del programa de su predecesor, Nicolás Zarkozy, de la derecha conservadora francesa. La llamada reforma laboral que se apresta a implantar irá a discusión legislativa ante la Asamblea Nacional durante el presente mes. La reforma cuenta con el apoyo entusiasta de las organizaciones patronales francesas. Mientras tanto, la popularidad del Primer Ministro francés, Manuel Valls se encuentra en un 24%, su nivel de menor aceptación desde que tomó las riendas del gobierno en marzo de 2014 cuando contaba con un 39% de aceptación. Encuestas anteriores reflejaban que el 70% de los franceses se oponían a la reforma, sin embargo, sondeos más recientes indican que se ha reducido a 46%.

El gobierno francés apuesta en estos momentos que la llegada del evento deportivo de la Eurocopa el próximo 10 de junio, sirva para desmovilizar la lucha que en estos momentos llevan a cabo organizaciones sindicales como la Confederación General de Trabajadores (CGT), una de las siete centrales sindicales francesas, particularmente en los sectores del transporte y la producción energética. Conscientes de tal eventualidad, los sindicatos se han propuesto intensificar en los próximos días inmediatos al inicio de estos eventos, sus movilizaciones y demandas. A la preocupación por el clima de las luchas sociales que enfrenta el gobierno, se suma la preocupación de que el evento deportivo también sea aprovechado por sectores que promueven el Jihad Islámico contra Francia, dada su participación guerrerista como parte de la OTAN, tal como ocurrió con los ataques terroristas contra la revista Charlie Hebdo en 2015 y las colocaciones de explosivos en el teatro Bataclan y las tomas de rehenes de enero de 2016.

La fecha de 14 de junio será una decisiva en el desarrollo de los acontecimientos en Francia, fecha para la cual, dentro del marco de la Eurocopa, está convocada una movilización general contra la implantación del paquete neoliberal del gobierno de Hollande. Hacia dónde desemboque este proceso está aún por determinarse. Dependerá de la voluntad de lucha de la clase trabajadora francesa su triunfo o derrota en este nuevo enfrentamiento.



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