Escrito por Julio A. Muriente Pérez / Copresidente del MINH
Las grandes inundaciones ocurridas ayer en la Zona Metropolitana y la zozobra que provocaron las mismas a miles de ciudadanos, son el resultado de la ausencia de planificación urbana desde hace décadas, la saturación a diestra y siniestra de las partes bajas de la zona con cemento, brea y edificaciones, la deforestación indiscriminada, la ausencia de un sistema de transporte colectivo eficiente y la dependencia crónica en cientos de miles de automóviles privados.
La lluvia no tiene responsabilidad alguna en el caos que llevó a la desesperación general. Es normal que llueva intensamente en un país tropical como Puerto Rico. Ya quisieran muchos pueblos del planeta contar con el recurso natural agua—tan indispensable para la vida—como lo contamos nosotros, que incluso lo derrochamos y contaminamos.
Es la sociedad la que tiene que diseñarse acorde con el espacio geográfico y las características climatológicas, y no al revés. Pretender criminalizar al agua con que providencialmente contamos, es una imperdonable irresponsabilidad y un subterfugio para intentar ocultar el desmadre urbano en que vivimos en la Zona Metropolitana de San Juan, que se ha manifestado ayer en toda su crudeza.
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