Viernes, Abril 26, 2024

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Gobierno del shock

miedo

La verdad es que este gobierno, desde la Fortaleza, ha desplegado una formidable campaña de terror que asusta a cualquiera. Hay un “hoyo de $2,400 millones” que no se podrá llenar a menos que ahoguemos a la mitad de los y las puertorriqueñas, parece ser la consigna de Alejandro García Padilla y sus asesores.

 

 

Hay que reconocer que han logrado asustar a parte de la ciudadanía, pero aún queda un gran sector que sostenemos que no es asfixiando a los trabajadores que se debe enfrentar el déficit fiscal. Esa visión del terror, impulsada desde Ponce por el ex gobernador Rafael Hernández Colón, es la que siempre ha prevalecido y la que nos ha llevado al punto en que nos encontramos hoy.

Los seis Representantes a la Cámara que no se tragaron el cuento del desplome total, del fin del mundo para Puerto Rico, ya han expuesto que con otras medidas y acciones se recaudarían casi $1,000 millones. Esto sin imponer mayor carga contributiva sobre las espaldas de la clase media y pobre del País.

La asfixiante relación colonial que se ha sostenido sobre Puerto Rico por más de un siglo ha sido devastadora. La imposición sobre nuestra economía de las Leyes de Cabotaje ha representado, de acuerdo a los cálculos más conservadores, una carga de $750 millones anuales. Si echamos un cálculo en torno al déficit que nos ha causado esa imposición imperial, llegaremos a la cifra de $73,5000 millones en 98 años, la cantidad a que asciende la deuda pública que hemos acumulado por gobiernos irresponsables. Es momento de enfrentar el imperialismo y exigir responsabilidades de Washington. Como parte del proceso descolonizador, el imperio debe asumir la deuda pública a cambio de la explotación marítima a la que hemos sido sometidos. Sin esa deuda podremos iniciar la reconstrucción de nuestro devastado País.

La industria manufacturera y farmacéutica que opera en Puerto Rico genera en Estados Unidos la friolera de 250,000 empleos anuales. Es decir, la elaboración de los productos que se exportan a Estados Unidos, al procesarse generan un capital que nunca se toma en consideración: los miles de trabajadores que se emplean para darle el valor añadido a la materia que se exporta al por mayor. A modo de ejemplo, en nuestro suelo se producen 20 de los medicamentos de mayor venta en el mundo. Estos medicamentos se transportan a Estados Unidos al por mayor. Allá se empacan, se mercadean, se distribuyen y se venden. Ese valor añadido de la mercancía que producimos en la Isla es lo que verdaderamente vitaliza la economía. Es algo que podríamos estar haciendo en Puerto Rico, pero los dueños de los medios de producción lo quieren para ellos.

Los dueños del capital quieren aumentar sus ganancias en Puerto Rico. Han recurrido al terror, al miedo y a crear desesperación en la gente para justificar la incursión del sector privado sobre el patrimonio nacional, sobre la gestión gubernamental, sobre los servicios públicos como la salud, la educación, la transportación terrestre y marítima, sobre la generación de energía eléctrica y muchos otros renglones que hoy día son responsabilidad del gobierno.

No cabe duda de que la situación económica del gobierno está en crisis. La colonia está en crisis y no olvidemos que en una colonia hay un colonizador y un colonizado. Pero tampoco debe caber duda de que los sectores dominantes, los pocos que se benefician de la crisis financiera en la colonia, quieren seguir disfrutando de sus privilegios y, de ser posible, aumentarlos. Por eso las soluciones propuestas por ese sector es la privatización de los servicios públicos, la reducción del gobierno a un ínfimo necesario, la entrega de los recursos naturales a manos de los desarrollistas y operar el País como una empresa privada con fines de lucro.

Los independentistas y soberanistas tenemos un gran reto en estos momentos. Nos unimos para desarrollar una abarcadora campaña de descolonización y de desarrollo de nuestra agricultura, turismo, investigación y otras tantas áreas potenciales de crecimiento, o nos dejamos arrastrar por las ansias del gran capital. No podemos sucumbir ante la brutal campaña de desinformación, miedo y desesperanza a la que estamos sometidos. Vamos a dedicar nuestros esfuerzos a demostrar que bajo la colonia no es mucho lo que podemos hacer. Con los poderes que nos confiere la independencia podremos estructurar una nueva república con justicia social, en la que la disparidad de oportunidades se vayan disipando y en la que se propicie el regreso a casa de los miles de familias trabajadoras que han emigrado en busca de las oportunidades que le hemos negado bajo el régimen colonial.

Ayudemos a nuestro pueblo a no dejarse arrastrar por la ola del miedo y la desesperanza. Defendamos nuestro patrimonio, los servicios esenciales en manos del pueblo y nuestro derecho a constituirnos como nación independiente. Detengamos el terrorismo gubernamental y denunciemos su falta de valentía para proponerle al País los cambios revolucionarios que tanta falta nos hacen.


Oficina Central , C 25 NE 339, San Juan, Puerto Rico 00920

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